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Por qué no consigues subvenciones para tu película
Cuando una propuesta entra para ser analizada, se revisan cientos de variables para posteriormente poder valorar si es viable o no. Cada variable se reúne en distintos grupos de análisis, por ejemplo: variables de elegibilidad, de estudio del proyecto, del mercado (si aplica), y siempre variables financieras. Una vez agrupadas se asignan los perfiles de profesionales que realizarán el estudio y los mecanismos para llevarlo adelante. Por tanto, podemos decir que en un proceso de estudio de una subvención suelen existir tres fases: el estudio de elegibilidad, el estudio del proyecto y el estudio financiero.
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Esta pregunta es la segunda más repetida en nuestras redes sociales, justo después de “cómo presento mi guion a Netflix”. Lo curioso es que ambas guardan una relación formal, aun teniendo tesis profundamente opuestas. Si no eres capaz de obtener dinero público es muy poco probable que logres colocar tu guion en Netflix y otras plataformas.
Por tanto, existen miles de variables que explican por qué es tan complicado recibir financiación pública. Cuando recibimos el no es apto lógicamente nos desanimamos y empezamos a buscar explicaciones del por qué. La tendencia siempre es pensar que las respuestas están fuera, pero la verdad es que no. La mayoría de las veces las respuestas de por qué no consigues financiación pública está dentro de tu mismo proyecto.
Para conseguir una subvención o colocar tu proyecto en Netflix necesitas que tu proyecto alcance la madurez exacta. Y fíjate bien, no hablo de guion, hablo de proyecto.
1# Bulo: lo presento yo solita
No solo Netflix, yo diría que la mayoría de las productoras robustas para arriba no aceptan material no solicitado. Ninguna plataforma, así como ninguna ayuda, a excepción de algunas otorgadas al desarrollo, aceptan solo guiones. Todas solicitan proyectos con caras y ojos. Guion altamente curado, equipo capacitado y una clara estrategia financiera y de producción.
Volviendo a las razones de por qué no consigues financiación pública es, principalmente, por motivos financieros. Son el barómetro final que marcan si el proyecto llegó a su madurez, ya que estadísticamente cuanto más claros se tengan los números, más avanzado estará el desarrollo del proyecto.
¿Qué necesito saber para tener mi apartado financiero listo?
Dominar la palabra Riesgo, y por tanto entender qué debes hacer para reducir el riesgo de tu proyecto. Incluso las empresas más grandes tienen mecanismos para reducirlo. Por ejemplo, las financiadoras, es decir, canales de televisión, plataformas de streaming o fondos de capital de riesgo suelen trabajar con sus empresas productoras de confianza, con las que ya han creado una relación comercial financiera.
Así como Netflix deposita su confianza en las empresas productoras agregadoras, las instituciones depositan su confianza y el buen funcionamiento de cada proyecto en aquellas empresas que tengan en orden sus finanzas y sus cuentas.
Por esta razón, las instituciones suelen dar ayudas públicas a las mismas empresas cada año. Aunque técnicamente la expresión que mejor se ajusta es la siguiente: las instituciones suelen dar ayudas públicas en torno a un 80% a las mismas empresas, y el resto lo someten absolutamente a riesgo y se lo dan a las nuevas.
Dentro de esos dos grupos, existen estadísticas sobre qué número de empresas finalmente llegan a realizar el trabajo y cuáles no. Del 80% de las viejas conocidas, estadísticamente la gran mayoría suele “rodar la película”, y de ese 20% restante, solo muy pocas logran llegar finalmente a rodar, o lo que es peor, no consiguen el resto de la financiación, pues para no perder la subvención reducen el presupuesto, la ruedan por mucho menos, el resultado final no era lo que se esperaba y el director y el productor se quedan con la “lata” en sus casas. Casos así no hay cientos, hay miles, lo que refuerza aún más el que no les den más ayudas a las nuevas.
La ley del 80-20 no es algo que se repite en la industria del cine, se extiende a todas las ayudas públicas de cultura en toda Europa. Y además es algo que en especial a la Comisión Europea, después del 2020, tiene muy preocupada. No encuentran nuevas empresas (por lo general más innovadoras, que es lo que buscan ahora) a las que poder financiar y que sean viables.
El motivo por el que las instituciones se echan las manos a la cabeza, y no logran apoyar nuevos talentos tal y como quisieran, es porque no existen. No encuentran empresas nuevas y maduras listas para operar sin problemas una vez reciban la financiación. ¿Y por qué no existen? Porque no hay un ecosistema cultural eficiente. Los ecosistemas deben tener una organización eficiente de los flujos de inversión, como pasa en el de las startups y tecnología –que no es ni más subvencionado ni posee más inversión privada–. Todo gira sobre la inversión privada, y el entorno se organiza de forma natural para educar a sus emprendedores sobre cómo deben trabajar y dominar los números. En cultura, eso se les pasó por alto.
Si en las escuelas de negocios se estudia para llevar adelante un emprendimiento, ¿por qué en las escuelas de cine no se estudia lo mismo? Y ya no solo eso, no se estudia ni administración, ni tesorería o contabilidad. El propio sistema ya nos educa dando por sentado que esa pata, tan crucial para mantener la viabilidad de un proyecto, la tendremos que externalizar si queremos conseguir financiación, y eso significa asociarse con otra empresa más grande que sí domine los números.
En mi caso, por ejemplo, cuando intenté emprender con mi productora busqué y busqué, y salvo en algún país nórdico o el Reino Unido, no encontré ninguna oportunidad educativa que me enseñara gestión administrativa. Por suerte, me topé con la segunda edición de un postgrado: Posgrado de Administración de Empresas Culturales en España. Un posgrado donde no vi nunca un plan financiero, ni un balance, ni qué son activos o pasivos, no vimos absolutamente nada de administración. Solo fue una plataforma de paseo para viejas glorias que contaban anécdotas de sus batallas en rodajes. Una vez un profesor intentó abrir un documento de Excel (que debía de ser de 1995) y explicó muy vagamente los flujos de tesorería pero al ver nuestras caras de perdidos… cerró el documento y pasó a relatarnos una anécdota de cuando hacía pelis.
Y digo por suerte, porque dentro de esas horas de aburrimiento y frustración por el dinero perdido, nació la necesidad de cambiar urgentemente el sector si quería aprender, y me fui al emprendimiento tecnológico: en otras palabras, gracias a ese nefasto postgrado nació la idea de Filmarket Hub.
La formación financiera que poseo ahora la aprendí a base de esfuerzo y llevando adelante mi propio proyecto de empresa. Por una nula formación financiera son muy pocas las empresas productoras en todos los países de habla hispana que saben de números.
Y por eso, en el modelo anterior a las plataformas de streaming existía muy poca inversión a riesgo. Por esa razón nuestro sector llevaba más de 60 años anquilosado.
Entendamos financieramente una ayuda pública
Recordemos las fases por las que pasa un proyecto cuando es analizado para una convocatoria de subvención.
Primero lo revisa el comité de elegibilidad, es decir, para ver si cumple con todos los requisitos mínimos para pasar a la siguiente fase.
Luego es valorado por el comité experto en el estudio de un proyecto audiovisual. Se evalúa la creatividad en sí, el guion, qué quieren contar, cómo lo quieren contar, etc.
Y finalmente lo valora el comité financiero, y su responsabilidad en esta fase es estudiar los aspectos de viabilidad.
Y aquí es donde generalmente suelen caerse la mayoría de los proyectos que aspiran a ser subvencionados. En Europa, y especialmente en Latinoamérica, no existe un desarrollo real de sostenibilidad financiera. La mayoría presenta proyectos para ser financiados sin demostrar de manera certera su capacidad de gestionar el monto que solicitan. Existen muy pocas empresas productoras que entienden de números.
#2 Bulo generalizado: mi película es de autor, no un producto taquillero
Dominar las finanzas de un proyecto audiovisual en desarrollo, poco tiene que ver con su capacidad de recaudación. En realidad está más ligado al concepto de sostenibilidad. Algo que personalmente no comparto, debería estar atado a la recaudación como pasa en los países que tanto se usan como referentes a imitar por ser los que más aportan ayudas públicas al sector como Francia, Alemania o Reino Unido. Pero en los países donde el tejido industrial es débil o inexistente, los análisis de riesgo solo pueden aspirar a la sostenibilidad para mitigar al máximo la posibilidad de perder el dinero del contribuyente.
Además, en países como España, existe un doble interés en acertar con aquellos proyectos que estén más cerca de la sostenibilidad. De esta manera evitan tener que ayudar doblemente a un proyecto con las líneas de amortización.
Por tanto, trabajar la sostenibilidad de tu presupuesto es tu punto de ventaja.
La sostenibilidad del proyecto, aunque sea el más art-house que te puedas encontrar, debe estar demostrada en tu propuesta. Una vez se tiene claro ese concepto, entonces sí podemos diferenciar dos tipos de proyectos audiovisuales.
Los dos tipos de proyectos audiovisuales son los siguientes:
Aquellos con el foco en la facturación:
Tipo: son proyectos que aspiran a ser de alto consumo, buscando más el entretenimiento.
Guion: la mayoría responden a la estructura aristotélica.
Distribución: canales de gran consumo, cines, plataformas, etc.
Financiación: pública, crowdfunding, desgravación fiscal y también aceleradoras, redes de inversión, canales de televisión, plataformas, preventas.
Aquellos que NO tienen el foco en la facturación:
Tipo: son películas más de autor, aspiran a transmitir las emociones y la visión de su creador. Por lo general, este tipo de películas se llevan premios en los certámenes de la industria.
Guion: en la mayoría es el protagonista el que marca la estructura del guion. Razón por la cual, cada una tiene su ritmo.
Distribución: circuitos de festival u otros medios subvencionados. Si ganan premios, es cuando consiguen el trampolín para ser distribuidas en un medio de alto consumo, por ejemplo, una plataforma.
Financiación: pública, crowdfunding, desgravación fiscal y donaciones.
Según el tipo de película que sea, la tesis financiera debe responder a una posible facturación o no.
Por tanto, y esto ya es solo aplicando la lógica pura:
Se parte de la base de que ambos tipos de proyectos tienen que estar maduros, bien preparados y empaquetados. Por regla general, los proyectos que aspiran a tener facturación, como cuentan con esa presión extra, suelen estar más desarrollados en la parte numérica. Requisito crucial para que les den financiación.
Como ya hablamos arriba, son muy pocas las empresas que dominan los números, y estas tienen que sobrevivir de alguna manera porque mantener un equipo de personas cuesta dinero, este tipo de productoras suele inclinarse por producir proyectos que aspiran a ser de gran consumo.
*Nota para el lector combatiente: las normas de las subvenciones no están escritas por mi puño y letra. Lo digo por si algunos se inclinan a dejar comentarios inteligentes sobre cómo no todos los proyectos deben estar en las mismas categorías públicas.
Como puedes ver, el sector, así como todos los demás, tiene sus propias normas. Nos pueden gustar en mayor o menor medida, pero no es fácil cambiarlas. Puedes sentarte y llenarte todo el día de pensamientos negativos buscando algún culpable que no entendió tu idea o que no supo calibrarla, o puedes trabajar por incluir pensamientos positivos y decir: “ok, ¿qué es lo que tengo que cambiar, mejorar o adaptar de mi proyecto para que la próxima vez me digan que sí?… Voy a investigar”.
¿Has intentado alguna vez sentarte frente a un productor, y en vez de atiborrarle con mil proyectos tuyos, preguntarle su opinión (“¿tú en mi lugar qué harías?”)? Busca aprender a caminar antes de correr una maratón.
Empieza por ahí, investigando, llamando, entrevistando, siguiendo medios especializados, apuntándote a todas las convocatorias que sean para ti, etc.
En Filmarket Hub tenemos un canal de YouTube, un podcast, que son ambos altamente nutritivos.
¡Empieza por moverte! No te pares y lucha mientras esperas.
Gracias por leer Filmmaker’s Handbook
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